tag:blogger.com,1999:blog-8485586631329890733.post6705697405342318085..comments2024-01-16T18:10:13.666+01:00Comments on EL RINCÓN DE ALEJANDRÍA: Ojos que no ven, oídos que no escuchan. Otelo, el moro de Venecia.lluch3@gmail.comhttp://www.blogger.com/profile/14167203377858871889noreply@blogger.comBlogger1125tag:blogger.com,1999:blog-8485586631329890733.post-84425561880124533642013-08-23T15:17:01.001+02:002013-08-23T15:17:01.001+02:00Sí, ese final de Otelo es impresionante...
Los cel...Sí, ese final de Otelo es impresionante...<br />Los celos no tienen límite. Buscan, en última instancia no solo poseer al otro, sino poseer el deseo del otro. Para Jean-Paul Sartre (1905-1980) el amor no puede conducir más que al fracaso. Lo que busca el deseo sexual, más allá de la satisfacción de un deseo, es la sumisión del otro a su propio deseo. Pero esto no puede ser más que un ideal imposible porque el Otro existe también como deseo y libertad. “En el deseo sexual la conciencia parece estar emplastada”, dice Sartre en El ser y la nada. El deseo nos “sumerge” y “no nos podemos distanciarnos de él, como sí podemos hacer con el hambre, y pensar en ‘otra cosa’”. <br /><br />En definitiva, el deseo es “una conducta hechizante” y a través del cuerpo “queremos tocar la libre subjetividad del otro. Ese es el verdadero sentido de la palabra posesión”, continúa el pensador francés. Los celos llevan ese deseo implícito, una posesión total del otro, un sometimiento completo que, sin embargo, nunca se verá satisfecho. Otelo, no puede alcanzar esa verdad (no quiere alcanzarla, en realidad; Desdémona es fiel, pero él quiere que confiese un crimen que no ha cometido). Al no conseguir apurar ese deseo último de entrega total, no tiene más remedio (según su lógica, claro) que matarla. Solo la muerte logra apagar la sed del deseo, el fuego de los celos. <br />Francescahttp://www.francescaprince.es/blognoreply@blogger.com